REPÚBLICA DE LOS IGUALES

miércoles, 8 de abril de 2015

¿PARA QUÉ SIRVEN LAS PRIMARIAS?





Las primarias son aristocracia, el sorteo democracia.

Por Miguel Angel Domenech

Celebrar primarias se está convirtiendo en la liturgia que acredita que un partido es democrático. Es como una especie de oficio  de una Santa Misa en que los demócratas se autocelebran y convencen a si mismos de que practican  una democracia novedosa. Para el viejo clero,  que lo  hace por vez primera no habiéndolo hecho antes, es  como una conversión- tras la debida penitencia de castigo en urnas- a la democracia ( “real ¡ ya!” ). Todos van convirtiéndose a la nueva doctrina. Incluso en las derechas  también va calando la buena nueva y se critica el estigma de haber sido designado a dedo como un pecado original que impide la entrada en el paraíso de unas elecciones exitosas.  El rito sagrado de las primarias se hace cada vez más refinado y exige progresivamente un conocimiento cada vez mas profundo de su propio latín: dominio de una habilidad sintética en twits, experiencia  en  mecanismos web de autopresentación, elocuencia oportuna y  adaptada , astuta practica de manejo de redes sociales, retorica hábil  de redacción  del currículo ….. 

Existen paridos y movimientos  nuevos cuya novedad se basa principalmente en el uso masivo de ese medio  en cuyo funcionamiento pasan buena parte del tiempo de su praxis política, como si se tratase de  un onanismo sagrado. El ejercicio del narcisismo colectivo en una celebración de si mismos, de su democracia interna sustituye otros ejercicios  más penosos como el de integrarse en las pacientes luchas diarias de los movimientos cotidianos, trabajadores despedidos de Coca Cola, limpiadoras de la hostelería, moribundos de hepatitis  a quienes se deniega tratamientos, acampados de la dignidad, manifestantes y huelguistas frustrados por centésima vez,   penados de los centros de internamiento,….No olvidemos que las primarias tienen solamente una finalidad electoral, no  son más que  una mecánica destinada a proveer las urnas del mayor número de  papeletas adecuadas. En ese camino electoral se produce una selectiva destilación. Primero destilamos los “mejores” de entre nosotros, de nuestro partido,  para que, a su vez, formen parte de otra elección que se hará para  destilar- ¡ oh purísimo néctar!- a los mejores de todo el país.


Es de  USA, de donde proviene el uso. Alli  ese onanismo  que se ejerce narcisistamente en torno a su propio ombligo como  sustitutivo  de un potencial compromiso ciudadano en otros menesteres más críticos y mas desestabilizadores del orden, alcanza la modalidad del triunfalismo, confeti y desfiles incluidos. A ese espectáculo no llegamos aquí, sirviéndonos más cómodamente del mecanismo de redes sociales. Esto es aún más fácil. El individuo no tiene ni siquiera que desplazarse a la calle o al estadio para aclamar al vencedor de la primaria. Ni siquiera ese simulacro de ejercicio de ciudadanía  se lleva a cabo. Es demasiado esforzado, basta con hacerlo desde la pantalla del ordenador.


 Autocomplacencia, narcisismo, celebración  de si mismos y de lo suyito , convencimiento de convencidos, ...el acto  de elegir a otro se consagra como el símbolo más puro de la democracia y   sucedáneo de una actividad   política genuina que fuese  compromiso  de lucha al exterior por las causas que piden emancipación,… Pero las maneras no son lo peor por mucho que esas maneras muestren el vicio que esconden. Lo malo es lo que está en juego.


Lo que está en juego es la elección de los mejores, los buenos, los competentes, los capacitados. De eso se trata en unas primarias. Ese es su simbolismo y su eficacias.  Las primarias son el mecanismo de la consagración de la aristocracia.  El demos , no capaz, incompetente, desconocedor de la administración de las cosas públicas y de la técnica política  es llamado,  - por una vez si se reconoce paradójicamente lo acertado de su criterio- a nombrar a la aristocracia de los mejores. Ante él van desfilando  y exhibiendo su currIculum de experiencia y buenas intenciones los candidatos a esa aristocracia inevitable que habrá de pastorearlos a todos y tomar las complicadas decisiones en que consiste  lo público.  La exhibición más astuta es la que no cae en la inmodestia impúdica sino que argumenta que es “ uno de ellos”, forma parte de la “ gente corriente”, pero no puede evitar la no menos impúdica pretensión de considerar – con lo implica  la propia presentación de candidatura- que debe de estar entre los “ elegidos”. Al consistir la politica, no  en un autogobernó , una expresión de la libertad humana como facultad de darse su propia vida y espacio publica, sino  en una técnica de administración de cosas , al no consistir en  algo propio y necesario en el desarrollo moral de la personas sino  en una capacitación de ordenar y mandar sobre la conducta de los demás, la política se convierte en un ámbito de los expertos, los mejores, los capacitados, los meritorios. La política no es una actividad humana indispemnsable a la dignidad  sino una techne indispensablemente ejercida por los dignos técnicos. No se entiende en que debería apelarse al pueblo bajo para esa elección puesto que si el pueblo bajo no puede gobernar  y lo propio es que lo hagan los competentes, no es comprensible porque ese mismo pueblo bajo si  que sabe distinguir quienes son los competentes.  El pueblo bajo, no posee la facultad de discernimiento moral y no sabe decidir ni decir  lo que haya de ser bueno y justo, todo lo más  se le atribuye- democracia obliga- una presunta facultad de saber quiénes poseen esa sabiduría. ( extraño atributo).


Elegir a otros para que actúen  en política en nombre del  común  es situarse forzosamente en dos supuestos alternativos

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,a) .- O bien  suponer  que la política, no es una forma de moralidad, es decir acividad cuyo ejercicio forma parte del desarrollo de la persona y por esa razón no es un agravio excluir de las decisiones a todos,
B ).-O bien  creer que la política , es en efecto una ética, pero no todos son capaces de discernimiento moral suficiente y son solo unos pocos - sabios- los que lo tienen.


Hay quienes opinamos que democracia no es asunto d capacidad si no de dignidad.. Para  los que así pensamos, las primarias son la liturgia  de exaltación  de la política como asunto de los expertos y la consagración del voto y la elección como dios  de la democracia.  Hay quienes opinamos, si es que debemos ponernos en posiciones pesimistas- que  “los crímenes los puede  comete  igualmente  tanto el pueblo como el senado romano” , pero ese riesgo del que nos alerta el pesimismo de la razón  no autoriza para excluir al pueblo del gobierno más que al senado. Hay quienes hemos analizado el funcionamiento de ambas alternativas: el gobierno de los sabios, de la oligarquías de todo título ( no hay tiranía que se imponga con una bruta arbitrariedad y no se atribuya méritos y conocimiento superiores) y el gobierno del pueblo bajo. En ningún caso hemos verificado la ventaja de aquel gobierno y si, por el contrario,  su inevitable derivación en tiranías inhumanas. Siempre, por el contrario, hemos experimentado la momentánea fuerza y potencia  infinita en  la realización de las esperanzas cuando han sido el pueblo bajo  el gobernante.  

Hay quienes opinamos – como creía Montesquieu, o Aristoteles, o como era de dominio común  antes de la irrupción del capitalismo liberal - que lo propio de un régimen aristocrático es la representación y la elección y lo propio de la democracia es, por el contrario,  el sorteo. Hay quienes opinamos que la democracia es el gobierno de los pobres, de los que se pretende no tienen discernimiento moral, ni título alguno, los carentes de propiedad, los que se pretende que solo sirven para ser gobernados y formalmente- por piedad democrática-  representados. Democracia es el autogobierno de esos pobres y muchos, que son alternativamente , y cada uno a su turno, gobernantes y gobernados, que ejercen , cada uno a su  turno, por sorteo-  todas las magistraturas públicas, ejercicio a lo  que estamos obligados pàra poder ser llamados   seres humanos libres.


Los que así pensamos, somos partidarios de unas primarias, no primarias, es decir de sortear los cargos, para que el ámbito de un partido sea una república de iguales si es que ese partido pretende crear una república de iguales. Si su pretensión, promesa y propuesta política, por el contrario, es de instaurar una monarquía, que practiquen las primarias. Los que asi  pensamos en la democracia, creemos que las primarias, el sistema de elección de presuntos capacitados , debe de limitarse a elegir a aquellos cargos subordinados  en que sea inevitable el uso de capacidades y no de dignidades. Alguien tiene que hacer los trabajos menos deseables - menos políticos-  que exijan una profesionalidad técnica.   Recogida de basuras, policía, extinción de incendios,  oficinistas, contables, vigilantes nocturnos, enterradores,…oficios que hacían en la democracia griega los esclavos. Hoy, emancipados los esclavos, pueden ser objeto de selección – estos si- por primarias o por concurso/ oposición si se tercia. Esto último ahorraría esfuerzos colectivos a la militancia, esfuerzos que pueden ocuparse en luchas politicas mas genuinamente emancipadoras que la de fabricar máquinas electorales

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